sábado, 28 de marzo de 2009

DIEGO DE GIRÁLDEZ -REALISTA

Una muestra de su reciente producción del pintor Diego de Giráldez, se agrupa bajo el genérico "El Realismo de Diego de Giráldez", efectivamente, la pintura del realista nacido en Pontevedra, cabe calificarla de realista
Diego de Giráldez, no exponía en Santiago, desde 1983. "Otros compromisos lo han impedido. Mi obra, desde entonces no ha variado. La obra no varia, pero sí lo hace el punto de vista, la personalidad; por supuesto, siempre hay una evolución, nuevas líneas, nuevas concepciones". Realismo, es un concepto muy amplio, difuso. "Soy un pintor realista, pero en mi obra hay un cierto aire abstracto, que coloco en el color, traduciendo a la pintura la calma, la filosofía de las gentes, la grandiosidad de las montañas, el clima, el mar; pero no hago una figuración de esos elementos. Por ejemplo el mar lo represento a través de fondos ilimitados-El Realismo NAS".
En el género que protagoniza el bodegón, un género para el que él pintor recupera su sentido simbólico, original. Así, "Miedo a la partida" representa el temor a lo desconocido através de la figuración de palomas, una maleta, frutas....; o " Lucha por supervivencia en conexión con el más allá", nos habla en palabras de Diego de Giráldez, de " La lucha cotidiana por sobrevivir, pensando en el futuro, en creencias que no abarcamos conscientemente. La inquietudes diarias, esas creencias se incluyen en una serie de particulas plasmadas en la obra".
En definitiva, los bodegones de Giráldez, simbolizan el "meigallo", con unos tintes oscuros que tienen su raíz en el clima galaico, en la mirada nostálgica que éste provoca. "Mi obra habla de Galicia, de sus vivencias a través de colores y formas".

CORREO GALLEGO.
Santiago.

LA REALIDAD Y LA PASIÓN DE DIEGO DE GIRÁLDEZ.

La pintura tiene su propia sede en el espacio, en el mundo y el color la acompaña. Una obra caracterizada por la visión realista "de un arte absolutamente inseparable del oficio", en palabras de Santiago Amón. La luz y la noche se combinan para dejar aparecer a las figuras, sabiendo que "el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris". Pura pasión de pintar, suma y sigue Diego de Giráldez.


ATLÁNTICO DIARIO.
Vigo.

DIEGO DE GIRÁLDEZ, PINTOR DE REALISMO UNIDO AL NATURALISMO.

Diego de Giráldez, forma parte de las últimas generaciones de la pintura gallega. La perfección formal y la exquisita factura de sus cuadros, dan a la obra de este pintor gallego la calidad de maestro del realismo.
Diego de Giráldez, no se aleja de la representación estricta de los objetos. En sus obras, los elementos inanimados parecen tener vida y, por contra, los objetos a los que la vida ha abandonado dan sensación de vida.
No hay para el pintor Diego de Giráldez, otro lenguaje que el de la pintura, que exterioriza y plasma en suss obras después de largas y agotadoras jornadas de apasionada entrega a su tarea, en un ambiente sóbrio, inventando la luz que configuran sus representaciones.
¿Cómo definiría el estilo artístico que Diego de Giráldez plásma?
- Lo definiria como realismo NAS, una confección filosófica donde la disgregación de partículas u objetos que incluyo dentro de mi obra y que dan un concepto diferente del arte actual.
¿Cual es la temática que destaca en tus pinturas?
-Baso mi obra en tres filosofías principalmente; rural, religiosa e intelectual. Mi obra está basada en objetos y vida que hay en el medio rural, desde mi punto de vista, la pintura religiosa es una plasmación diferente, en la que hay ausencia de figuras y sepasa a una situción psicológica del concepto del cuadro religioso. Por lo que respecta al concepto intelectual, el tema predominante sería la disgregación de los objetos en plano con la intención de dar un mensaje de reflexión.


ANXO BOENTE.

Galicia.

viernes, 27 de marzo de 2009

DIEGO DE GIRÁLDEZ Y SUS RETABLOS.-POR RAMON FARALDO

Hay pintores de cuadros que pintan ideas, véase Dalí. otros, aforismos, quizás Bosco. Otros sentencias de muerte, como Goya, que en paz descanse, aunque lo dudo. Para Picasso, pintar era caer en el vacio, pero cuando uno es Picasso, puede hundirse en el vacio y arrancarle guitarras, manzanas, Guernicas, Minotauros, y hasta palomas de la paz y de la guerra.
Diego de Giráldez, su entorno esa villa artillada de caballos y versos de Guillade, Enriquez y Ferreiro, es un poco todo aquello, idea, aforismo y sentencias sumarísimas pero algo más o algo menos, Giráldez sabe que, a la sazón, no basta con pintar más, ni mejor, ni peor. El tiempo en que vivimos- o morimos -reclama asombro, estupor, sorpresa, maravillamiento, intriga, lo que en cine llaman"suspense", lo que Rimbaud auguró "millón de aves de oro. ¡Oh futuro vigor!", y las gentes menos versadas denominan escalofrío, sortilegio o brujería, o "epater les bourgeois", o dejarnos boquiabiertos, persuadidos de que en el cuadro ocurre algo insólito, veraz, racional, enloquecedor, actual, ancestral; pero que, como, desde, donde, qué orilla anacreóntica donde antaño vivimos o donde algún día señalado viviremos.
Hasta hoy, mi pretendido amigo, el "Cristo-Hombre" parece ser compendio y "suma y sigue" de su trabajo. Usted mismo nos lo explica a su manera, ¡adelante: "graznando rompí el cristal, y te vi, y te pinté-maderas, cristal, ligaduras, tierras quemadas, piel quemada por los golpes de sol y de trabajo, donde la piedra de la calle rompe y la noche entreabierta, conjunto de colores acechantes que se apodera de mi y me posee con su cara de luces... Más que una explicación de su cuadro, es su cuadro mismo el que se explica como quiere, o, mejor, como puede. La pintura no habla, pero se hace escuchar.
Este Hombre-Cristo es más hombre que Dios, más usted o yo, o aquel, o ese que anda por la calle, o ese que regresa a su casa hastiado y supliciado por un quehacer que detesta, una compañera que le incomprende, una ciudad que se encoge de hombros, y otros etcéteras igualmente sombríos. Es la iconografia del bípedo-racional-más o menos racional, quizás menos-del siglo este, de los innumerables Babbits contemporáneos, rodeados de tiniebla como en su retablo, con el signo secreto de una cruz que es más bien una espada, unas ataduras menos perceptibles, pero menos vulnerables que las de su obra, desnudo, supliciado, aherrojado, cireanico, democratizado por cuanto le victimia, y sin otra esperanza que verse perpetuado en un cuadro como el suyo que no equivale ni promete paraisos, ni le emplaza al Este del Eden, pero le asegura un Testimonio perdurable de que las Catacumbas, de la Inquisición y de las ejecuaciones en piras ardientes, guillotina o garrote. Después de Hiro-Shima, Dachau, las checas y los carros de gas, postulados más crueles de "lo que fué" resultan apiadables ante lo que acaba de ser y puede volver a ser. Hasta el apocalipsis se nos antoja una solución retalitavamente burguesa, pero una solución al fin y al cabo (...)
En contraste con la substancia y acento de la obra pintada, su vida es un ejemplo de existencialismo casi frenético. La negativa explícita de cualquier resignación frente a la fatalidad y al trámite protocolario del fin.
Ya sabemos que somos mortales. Obvia sublevarse contra esta condición. Consumir nuestro tanscurso terrestre compadeciéndola y compadeciéndonos. Su juventud, sus desplazamientos incesantes, sus incontables exposiciones, son el indicativo activísimo de un ser que quiere seguir siendo. Usted, Diego de Giráldez, con un acta bautismal tan comprometida para un pintor como llamarse Diego, después del otro Diego, aquel rey Lear de la pintura de hoy, de ayer, de siempre, ha leido y comprendido al inolvidable Machado-muerto en Argeles a unos metros de mi modesta persona-" Caminante no hay camino- Se hace camino al andar"- Usted anda, usted puede, y debe, llegar. No sé a donde, pero seguramente a alguna parte. Seguramente a su propio y victorioso destino.

RAMÓN FARALDO.
Madrid.

lunes, 16 de marzo de 2009

O humano

1990- Traballo sobre anatomía humana

viernes, 13 de marzo de 2009

DIEGO DE GIRÁLDEZ Y SU " REALISMO NAS "

Dieciocho obras realizadas en técnica mixta integran una exposición de Diego de Giráldez, que se exhibe en el museo. Son muestra de su " Realismo NAS ", una forma de entender la pintura. La obra de Diego de Giráldez, que considera que la pintura tiene que ser "reflexiva", responde a tres tipos de composiciones, la rural, la intelectual y la religiosa.
El Realismo NAS, conforma el " realismo de vanguardia ", de este pintor nacido en Pontevedra.
Sus objetos, realistas, son naturalistas en la textura y se situan en un ambiente abstracto-abandona la abstracción por el color y la realiza por la figura-.
Objetos desproporcionados o simplemente, fuera de lugar ponen en sus obras la nota surrealista.
El pintor afirma que " lo que interesa ahora en la pintura es que sea una pintura reflexiva, de estudio ". " que el día de mañana ", dice "dentro de cien, doscientos años el individuo no necesite de libros para saber lo que sucedio en esta época, sino que lo sepa mirando en un sólo panel, o en un sólo lienzo.

LOS PORQUÉS
"Yo voy en busca de una pintura simbólica, hacia el estudio y la reflexión del porqué de las cosas" ,explica Giráldez que relaciona esta filosofía suya con la importancia de la investigación en nuestro tiempo y con la necesidad de saber del hombre.
Para Giráldez, cualquier objeto tiene algo de belleza; por eso plasma en sus obras todo lo cotidiano, en estudiadas composiciones.
Tres facetas caracterizan su obra; la rural, la intelectual y la religiosa, siempre llenas de símbolos uniendo lo natural y lo artificial e incluso combinando las ideologías, como en su "Última Cena".
De la misma manera nos acerca Giráldez, al mundo rural entre cuyas composiciones destaca un significativo título " La vida se refleja en su entorno".

UNA FILOSOFÍA
"Cada vez que pinto un objeto lo pinto por algo", señala el artísta, "porque tiene que tener un significado dentro de la obra. Ese conjunto tiene que tener un título, una idea, una filosofía, a parte de la estética".
Giráldez ha extendido su " Realismo NAS" por todo España y el extranjero. Aunque en los primeros años exhibió su obra en galerías de arte, en los últimos ha expuesto siempre con la colaboración de ayuntamientos, diputaciones, entidades bancarias y Xunta de Galicia.

Edurne Baines
Galicia.

domingo, 8 de marzo de 2009

LA PERMANENTE OBSESIÓN DE DIEGO DE GIRÁLDEZ.

Es un obseso este Diego de Giráldez, con la suerte de que es la pintura y no otra cosa el objeto de sus excesos. Lleva toda su vida en el mismo domicilio espiritual, ese triángulo mágico que delimitan mente, mano y obra, no parece querer más itinerarios de experiencia que los de su imaginación y su técnica aplicadas a la obra. Por eso miente quien diga que no es un obseso, anque de su vicio por el arte se extraigan también placeres colectivos. Y el último de ellos puedieron sentirlo quizás, los que visitaron la exposición del centro cultural de Vigo.
Pinta tras encerrarse con sus ideas antes de cada obra, en un delirio de clarividencia del que se sabe que ha recibido la luz cuando pone sobre la obra el primer pigmento. " No creo en los trazos expontaneos, en la improvisación en la pintura de inspiración acelerada, aunque sean de utilidad en algunos casos. Yo pienso para delimitar la intención del tema de cada obra, el orden de los elementos que lo van a integrar y su significado. tiene que haber un porqué en el color, en la configuración, en los objetos elegidos. Cada una de mis obras es el resultado de una elaboración mental, de una tensión con la realidad a la que doy forma con el pulso cuando tengo lo que quiero".

FERNANDO FRANCO.
Vigo.

EL REALISMO DE DIEGO DE GIRÁLDEZ., EN TOLEDO.

Toledo, se viste estos días con la obra del gallego Diego de Giráldez, pintor realista en cuanto al modo de hacer y en esencia surrealista, por cuanto en sus cuadros dialogan en clave mágica distintos elementos extraidos de la realidad, en su acepción más anatómica, pero que juntos forman composiciones de un marcado acento onírico y un halo, a través del cual el pintor manifiesta un sentimiento permanente en torno a lo sobre natural que dimana de cualquier ser y objeto.
Pintura de factura lisa que se recrea en el detalle y el acabado minucioso hasta la sensación de vida, no jerarquiza efectos ópticos de ningún tipo para pontenciar los sujetos principales de las composiciones.
Gallinas, ocas, perros, maletas, cruces, personas, copas y los más dispares objetos aguardan, creados mediante la mano de artísta. Al visitar la gente la obra de Diego, provoca que intenten, descifrar en sus poses y ademanes el sentido que cada uno entienda, pues las obras de Giráldez, son pinturas que alimentan la evocación, la significación, la lectura de la vida misma.
La pintura -realismo de Diego de Giráldez, tiene claras conexiones con la trayectoria del llamado realismo mágico español, encabezado por firmas como Toral y Naranjo, si bien Giráldez resulta un tanto diferente en sus composiciones.

REVISTA BISAGRA.
Toledo.

sábado, 7 de marzo de 2009

DIEGO DE GIRÁLDEZ-UN UNIVERSO ÍNTIMO EN PERMANENTE CONFLICTO. POR F. FRANCO

Diego de Giráldez, tiene tras de sí un territorio que su pasión ha recorrido metro a metro, y que tiene a la pintura como sustancia. ¿ Hay algún espacio de su pensamiento, algún tiempo de sus energías, del que no forme parte fundamental esta pasión que tiene como instrumento al pincel? No lo parece al menos a quienes le conocemos porque su universo existencial, el que manifiesta a través de sus palabras y actos, reitera la pintura como principio y fin.
Pontevedrés en los límites con Orense cuya geografía forma parte de sus viviencias y de sus debilidades. En los años de relación activa con la pintura, el número de sus exposiciones es tal que su enumeración parecería un acto de insolencia, hasta el punto de que uno empieza a sospechar que combate contra el tiempo sin la más leve tregua.
El que visita algunas de sus actuales exposiciones entrará en contacto con una obra en la que se abraza una expresión de realismo radical con inesperados retazos surrealistas en el entorno. Si explicar eso claramente es difícil empeño, porque las palabras son erramienta insuficientes para definir al sentimiento, ver cualquiera de sus obras permite la comprensión instantánea.
"Si la realidad tiene unas formas físicas definidas también es cierto que sobre ella se puede proyectar la particular subjetividad de cada persona-afirma Giráldez-. Esto se manifiesta en mi "Cristo Hombre", en " La Vida y sus creencias", en "La Vida y su entorno", ejemplos entre otros de mis trabajos que pueden representar esta concepción personal".

UN INIVERSO EN CONFLICTO.

El universo íntimo de Diego de Giráldez parece estar en permanente conflicto, como en una lucha entre realidad, sensaciones e ideas. De esa dialéctica interior que a veces asoma por la puerta de sus labios, que se le hace dificil expresar en palabras, surgue el movimiento de su mano. "No soporto que la pintura a través de mi mano actue antes que la idea. El acto de pintar, en mi caso, va precedido de una clarificación personal entorno a la idea-basse que quiero plasmar en la obra. Esto me supone siempre una lucha interior que luego traslado a la obra como único modo de expresión porque sería incapaz de hacerlo con palabras".
Dijimos que Orense, formaba parte del catálogo de debilidades de este pintor . Como si hubiera
algún tipo de enamoramiento estético de esta ciudad. "A uno a veces se le mete en el cuerpo una ciudad sin que tenga argumentos para explircarlo. Lo que sé es que me escapo allí muchas veces. No sé si encuentro allí especialmente ese alma de lo galaico o me complazco con esa mezcla entre historia y actualidad que asoma en su recorrido".
Giráldez pertenece a esa legión de artístas que no aceptan más patria que el universo. No obstante Galicia, forma parte sustancial de sus emociones y reconoce que su geografía su climatología, sus gentes influencian claramente su obra. Incluso la vida junto al mar, según él, influyen en la concepción de mi prespectiva, en lavisión de profundidad de lo real"
Es de opinión optimista respecto a la situación del hacer pictórico.
Giráldez tiene entre sus proyectos una gira por toda España, para luego exponer en Francia Y Portugal. Todo ello figura en su agenda de compromisos. Y todo ello impulsado por esa aceleración vital.

FERNANDO FRANCO.
Periodista Faro de >Vigo

viernes, 6 de marzo de 2009

DIEGO DE GIRÁLDEZ POR X. ANTÓN CASTRO.

Cuando le preguntan al artista alemán Gerhard Richter si él es un pintor conceptual, su respuesta rabiosa no deja lugar a dudas respecto a un término usado tan alegremente en los últimos años, en el uso restrictivo del objeto o de la instalación: "Sólo los pintores iditotas no son conceptuales". Y en efecto, después del monolitismo de las imposiciones estéticas dominantes en la última década, donde apenas hubo espacio para la pintura más allá de su propia subsistencia, parece que ésta recobra el protagonismo merecido para salir de los cuarteles de invierno, aunque, en realidad, su aura jamás dejó de marcar las pautas esenciales de una manera de interpretar el arte de cada actualidad. Y una vez recuperada la coexistencia de los diferentes géneros, la pregunta podría ser así de sencilla: ¿ acaso la dimensión conceptual de la que se apropió en exclusiva un cierto arte no respresentativo no es la que define igualmente a una buena parte de la pintura? En ese sentido no me queda más remedio que compartir el presentimiento de Richter, sobre todo cuando me acerco a los pintores que han vivido al margen de las imposiciones estéticas, es decir, lejos de la coyuntura artística que define, de momento. Esos pintores, como caminantes solitarios, han sido capaces no sólo de superponerse a lo impuesto, sino también de elaborar sendas personales para cuestionar el arte que nos imponen, para interrogar, desde la soledad, a la tradición, siempre válida e inscrita en la superficie silenciosa de un lienzo o de un papel, como el escritor que debe enfrentarse, cada día, a una página en blanco. Tal vez su rol haya sido el más difícil en el sistema artístico pendular de los últimos años. Sin embargo, una buena parte de ellos y me refiero ya a los pintores que trabajan desde la realidad representacional, siguiendo una herencia histórica, que todavía es posible explorar con nuevas interpretaciones, siguieron defendiendo sus proyectos contra cualquier tipo de sistema, pensando que también una alternativa conceptual renovadora podría ser tan soprendente viniendo de Velázquez como de Duchamp.
Viene a cuento todo ello a la hora de enfrentarnos a la pintura de Diego de Giráldez, uno de los grandes artistas de la realidad representacional, comparable, tal vez, a los mejores ejemplos de los últimos años en nuestro país en el contexto de esa opción estética siguiendo la singladura de la respuesta del citado pintor alemán, ha ido intensificando esa dimensión reflexiva de las ideas que debemos encontrar más allá de la pintura. En este sentido no me cabe la menor duda de que su realismo ha sufrido un mayor proceso de conceptualización, encaminado a valorar aspectos ocultos detrás de la realidad que tan certeramente ejecuta.
Porque en su pintura no descubrimos sólo objetos, figuras o esos animales como su espléndida serie de gallos o palomas que, con tanta ternura, nos ofrece, sino una manera de interpretar la vida en el silencio táctil de una noche o de un momento inquietante, aprisionando el misterio poético de lo oculto, de los detalles más insignificantes, que, al final, devienen situaciones exquisitas. Y nos acerca, ubicándonos en esa herencia que parte del bodegonismo de Sánchez Cotán o de la dignidad objetual de Chardin, un extracto magistral de la realidad como metáfora perecedera de las cosas, observada en los mínimos detalles, acentuando una fantasía de inquietudes que nos ubica en su aproximación a un yo rotundo, tanto en el ideario romántico, como en las fábulas del onirismo surrealista. Un onirismo que aparece subrayado en esos escenarios oscuros de un teatro imaginado con los mínimos recursos, creando situaciones de contraste y confrontaciones antinómicas entre la realidad tal cual es y la que existe en nuestro subconciente. Situciones de paradógicas presencias que inciden en la ternura poética de las metáforas desvaidas que circulan por el espacio, ecos desaforados de Archimboldo o quizás del Magritte más beckettiano.
Presentimos la realidad interpretativa de Diego de Giráldez en el teatro de la oscuridad y en el juego tenebrista de las sensaciones, en las situaciones de choque de imágenes tratadas con ritmos de composiciones milimetradas, pero también entendiendo la filosofía de sus preocupaciones. A través de de ella acariciamos el valor táctil de los objetos y la presencia de ausencias. Sucede esto en muchas de sus últimas obras: he ahí esa pieza exquisita "Antes de la última cena...", un expléndido estudio de calidades, de las luces, de la plasticidad de los paños, de su color y del claroscuro, pero igualmente de metonimia de la ausencia en la noche oscura que se centran determinados símbolos para aludir a la presencia humana. O en un ejemplo que nos puede sorprender por esa ruptura de una escala imaginada en el subconsciente de Magritte "Observando la naturaleza", centrado en la escena de un perro, tan "humano" como los de Wegman.
Más allá de lo táctil y su secuenciación poética, captada como un rictus místico, podemos sondear en esta realidad fabuladora y de virtuosa percepción. Los otros sentidos: acudir a la llamada del sonido en el silencio, degustar las frutas que se esparcen sobre los manteles, olfatear el rastro de las palomas y, por supuesto, ejercitar una mirada sesgada para fijar las imágenes en nuestra mente o quizás en el lugar desl discurso, que es donde provocarán nuestra reflexión en conexión con el envío de las ideas que se esconden detrás de aquéllas.

X ANTÓN CASTRO
Crítico de Arte y Profesor de Arte Contemporáneo en la Facultad de Bellas Artes en Pontevedra.

jueves, 5 de marzo de 2009

Alegoría del pintor

1993

Verano, 2005