sábado, 30 de enero de 2010

EL REALISMO Y LA VIDA DE LA NATURALEZA EN DIEGO DE GIRÁLDEZ.- POR J.CASTRO FERNÁNDEZ.

Con leve y suave presencia inquietante se alzan sobre la atmósfera tenebrísta de sus fondos las más variadas naturalezas bodegoniles. Pinta la realidad cotidiana, elevándola a categoría artística, tiñéndola de misticismo intimista. Diego de Giráldez, en su horradez artística, rinde culto a los grandes maestros del bodegón universal, desde los barrocos holandeses-Heda- al caravaggismo italo, desde la mística poética hispana de los Sánchez Cotán y Zurbarán al tactilizante Chardín dieciochesco...
Sus obras dan vida a la cruda realidad del objeto o alimento de cada día, protagonista y no pretexto, a la fruta o al frutero, a la espiga o al pan, a la candela o al tronco, al cacharro de metálicos brillos..., visualizados con el magicismo de una hiperrealidad más retinal que real.
Su realismo radiográfico, afanoso de reproducir las calidades las texturas, la "psicología" , la rugosidad o vitalidad del objeto, se dinamiza plástica y tactilmente sobre el fondo neutro de oscuridades, denotando Giráldez la capacidad de transmitirnos sus valores más pictóricos, sus contrastes lumínicos, una estudiada composición, a veces intelectualizada en una espacialidad de claroscuridades, o simplemente de " claridad relativa" wolffliniana o el justo colorido matizado en sus contrastes.
Nuestra disposición retinal, a distancia, permite ver el perfecionismo hiperreal que impone el pintor a su obra... Nuestra aproximación, deja entrever los patrones y la factura, cargada de humanidad detallista, reflejando no la intemperancia sino la paciente templanza de su autor, portador en su obra de una especial filosofía comunicativa, de una capacidad reflexiva, aquella que nos transmite el objeto cotidiano con su presencia.
Giráldez, joven pintor de largos recorridos por otras tierras. Los objetos de su inconografía artística dan un lenguaje que siempre es universal en su figuración y latente en su contenido, el realismo de la naturaleza.

Anton Castro
Galicia

martes, 19 de enero de 2010

Espido ante o touro

O toureiro, 2005

domingo, 10 de enero de 2010

DIEGO DE GIRÁLDEZ: EL REALISMO DESMARCADO Y LA BUENA VOLUNTAD Y AGRESIVIDAD DE LOS SUEÑOS.

El artísta transmite una realidad y hace que respire el objeto en la obra. El pintor Diego de Giráldez, en su obra cambia la visión cotidiana con elementos del sueño. Diego de Giráldez, reside en Vigo, nacido en A Cañiza. Expone en Porriño, a medio camino entre su tierra natal y el lugar de residencia, a medio camino entre el rural y la estepa urbana. Un pintor de A Cañiza, tiene que conocer forzosamente el mundo rural del que procede y la representación pictórica puede optar por reflejarla. De ahí a la abstracción, media un deseo de investigar en realidades no tan aparentes, ahondando en la plenitud de la propia obra como objeto construido a imágen y semejanza de la propia visión, desviada de la simple contemplación de lo real. Pero la abstracción es un trago más y Diego de Giráldez, apura la copa y avanza en sus propios recuerdos, para llegar a comprender el alcance de los sueños, los miedos de la gente inmersa en su vida nocturna.
En el rural, sobre las piedras o escondidos bajo tierra siguen perviviendo los vestigios de otras horas. En las creencias de la religión pueden encontrarse aún imágenes y símbolos que navegan contra corriente. La contemplación del paisaje es siempre diversa para cada uno. A Diego de Giráldez, le parece que no se puede dividir el mundo en partes: "tiene que existir una conexión. El paisaje tupido de una carballeira está tupido de contrastes y figuraciones: ahí sitúo yo a mis objetos cuando realizo mis obras. Parto de esos elementos para crear el ambiente abstractivo en el que figura el objeto.

El gallo y los panes
"Unas creencias predominan pero eso no quiere decir que no haya otras que las circunden, que nos llevan al mismo destino" afirma rotundamente el artísta. El ambiente está plagado de signos múltiples: en una de sus obras, " Antes de la Última Cena", al amparo de una cruz de panes, las sillas que rodean la mesa esperan el momento definitivo en la que tendrá lugar la trágica ceremonia de una despedida singular. El gallo también está presente, como si supiera que papel importante le tocara representar esta vez. Todo éste mundo queda aislado para siempre de otros hechos posteriores.
En medio de ese realismo el surrealismo hace sus incursiones. A través de las creencias y sus símbolos representativos. Giráldez propone su " única" visión. El pintor sueña. " en el sueño se ven a veces las cosas muy grandes, al margen de su tamaño real", la sangre gotea. Al pie de esa cueva clarioscura, el pájaro minúsculo , se mantiene atento a pesar de la amenaza de la mancha, como sino pudiera hacer otra cosa. Y de pronto aparece la mujer, miniaturizada, con los ojos colgados de esa visión que aterroriza y fascina simultáneamente, con la seducción que opera el sueño. Así se llama la obra, en la que se refleja lo rural, el miedo a lo urbano, las creencias mitológicas.
La técnica previa del boceto, le sirve de punto de partida a Giráldez, "pero luego hace falta una intuición, eso es lo que hace respirar al cuadro, el objeto desenvolviéndose en un determinado ambiente". Se confiesa realista, pero insiste en que su realismo es " naturalista y no plastificado".
En su evolución fué primero el objeto cotidiano que invadía sus pinturas bañado por " el meigallo". Luego se incluyen factores relacionados con las creencias, más vivamente representadas, a través de objetos-símbolo como las esferas de cristal, que vuelan en torno a los objetos, permanecen suspendidas con la misma mirada de la señora, con las misma fascinación. Ahora Diego de Giráldez da paso a los sueños:" del sueño suave y de buena voluntad a la agresividad desatada, que proyectan los personajes cotidianos. Son siempre sueños mitad dormidos, mitad despierto; no es puro surrealismo sino la mirada particular que tienen cada uno de las cosas que le rodean".
El pintor, sueña con la realidad y es capaz de transmitirlo así a la gente, tiene un deje a veces de pintura sacra que recuerda a toda la tradición española: "es sobre todo el ambiente de la obra lo que importa, la profundidad que viven en ellas reflejada de modo que se propage un fragmeton de vida individual emparedado en el cuadro. Es fácil hacer un garabato, pero desenvolverlo en el ambiente de la obra no lo hace todo el mundo. Eso pasa con Miró, la gente cree que lo esencial es el garabato".

J.V. (Atlántico Vigo)

viernes, 8 de enero de 2010

DIEGO DE GIRÁLDEZ POR FERNANDO FRANCO.

Siempre me sorprendió el pintor Diego de Giráldez, residente en Vigo. porque, siendo marginal a las capillitas y diccionarios del arte, no sólo tiene museo propio - es muy original , sino que posee obra en decenas de museos ajenos y no para de exponer por España adelante. Podría hablar de manías suyas como los coches de época o los muebles antigüos o gustos culinarios obsesivos como comer sardinas en lata, pero a lo que voy es que hoy celebra su 35 aniversario en la pintura y lo hará con un programa que se celebra en la Casa Galega da Cultura (Ayuntamiento de Vigo).
Celebran éste acto: cantantes,críticos de arte, músicos, poétas, etc.
A mí me hizo una vez un retrato anatomista que guardo como oro en paño y para el que posé varios días pero, con ese realismo NAS suyo, me puso la cabeza al estilo Holofernes pero sobre una palangana en vez el cuerpo.

xxxv Aniversario-Diego de Giráldez- Realismo NAS.

Fernando Franco.