viernes, 9 de mayo de 2008

DIMENSIÓN POÉTICO DE LA REALIDAD EN LA OBRA DE DIEGO DE GIRÁLDEZ POR - JOSÉ ANTONIO CASTRO FERNÁNDEZ.

Sin lugar a dudas, Diego de Giráldez es ya, y por derecho propio, uno de los grandes pintores de la realidad, pero una realidad que bebe en el ancestro poético de tintes bucólicos, alejada de la descarnada vocación perfeccionista "hipe" a secas, o de un naturalismo neo" y descarnado que vitalmente hace propuesta dialéctica con la vida misma. No es aquel realismo existencial de la América de Ginsberg, ni siquiera el más atemperado del pintor galo Baltus.
En su "naturalismo" hay un querer poetizar y cubrir de enigmáticos misterios lo cotidiano, aprender la esencia y la belleza de las cosas en su totalidad, vitalizar con supremo amor o con la emotividad de un romántico/tenebrista la sublime presencia de un bodegón que se pierde en el oscuro espacio del telón infinito que es el fondo y contraluz. Espigas, frutas, flores, cestos..., bodegones refinados con sutileza panteísta, aparecen dignificados en su mismo detalle o en su situación de primeros actores, entre ese negro telón de mil irisaciones y el espectador. Pocos veces un objeto trivializado ha sido tratado con el mimo acariciante de Giráldez, pocas veces ha logrado un pintor el carisma de esta nueva dimensión que es el raro sabor poético del que hace versos en la noche con un pincel, generando un lirismo y un "acercamiento a lo orgánico vitalmente verdadero". como dice en su Abstracción y Naturaleza Worringer... Pero no se produce ese acercamento y lo confirma el mismo Worringer -porque se haya querido representar un objeto natural apegándose fielmente a su corporeidad, sino por haberse despertado la sensibilidad para la belleza de la forma orgánica y vitalmente verdadera y por el deseo de satisfacer esa sensibilidad rectora de la voluntad artística absoluta.
A la par que la capacidad de sugerir liricamente, desde su peculiar realismo poético, hay en Diego de Giráldez un deseo de afirmar el buen oficio, las armas del " buen hacedor", que se manifiesta, a veces, con la ténue presencia inadvertida de una ausencia que es el objeto mismo.Véanse sus figuras escenificando una actitud perdida en el espacio, centradas en las crispaciones psíquicas de sus rostros o en el pathos que la domina, en medio de un tenebrismo que trata de sonsacar palideces a la oscuridad, el mismo que hacia mutar la presencia sólida del bodegón.
Composicones y luces que definen un negro espacio telúrico sin fin, sutileza y misterio, emotividad y poético sentir... son cualidades que nos acercan a la realidad pictórica de Diego de Giráldez, porque, incluso, en cualquier parte, en cualquier momento y lo decía el mismo Picasso, " del más pompier al más pompier, del más moderno al más moderno o que se cree tal, está siempre la realidad".
Hoy, nuestro mundo artístico ecléctico, manierista, desinhibido, dionisíaco y postmoderno acerca la realidad como una poética más, la opción de Diego de Giráldez es un ejemplo de esa recuperación de un pasado intemporalizado, vigente en un eterno presente que, como decía el viejo maestro nunca pierde actualidad"
José Antonio Castro Fernández
Crítico de Arte y Profesor de Arte Contemporáneo de la Univerdad de Vigo