la pintura de Giráldez se encuadra en un realismo expresivo , lleno de sugestiones. En el dominio pictórico y naturalismo,se nota intencionalidad, personalidad y factura. Elementos esenciales que definen una pintura subordinada a valoraciones de los objetos y de los seres que hacen parte del cotidiano rústico. Este relismo expresivo traduce simultaneamente la realidad que el artista tiene delante de los ojos y aquella que potencia su mente. Giráldez, contradice con su pintura la opinicón de Alberto C; según el cual el Realismo es simplemente imposible o yendo más lejos la afirmación de Nietzche- " ningún artista tolera lo real".
La deshibición del artista delante de los sucesivos vanguardismos que declara un estatuto de subversión permanente inmediata un arte transitable y caduco, viene a demostrar que el Realismo, es aún un exponente de reflexiones meditativas y una forma de expresión verdaderamente contemporanea. Diego de Giráldez, presenta varias composiciones de sutil concepción, polarizando la vitalidad de las cosas y de los seres, traspasadas de memoria seculares y por eso mismo ligada al tradicionalismo del mundo rural. Existe un cierto silencio y ambigüedad en algunos de los trabajos de Giráldez, y una mobilidad intencional que invita al espectador a la reflexión, al contenido casi mítico de su pintura. Renacen unas esferas de cristal evidenciando el espacio y el vacio como una interrogativa cargada de significados.
Sus naturalezas muertas sugieren símbolos de abandono y cicatrices del tiempo y sus colores poseen variaciones tímbricas y evolvimienos de una plasticidad eterea. El camino singular para una pintura fiel a una realidad exterior, que representa el substracto diferencial que señala la corporidad enigmática con carisma y dimensión adecuadas a la realidad de nuestro tiempo, donde el regreso indispensable a la ecologia de las cosas, de los seres y entorno.
