viernes, 26 de septiembre de 2008

COMENTARIO SOBRE LA PINTURA DE DIEGO DE GIRÁLDEZ, UNA DE CUYAS OBRAS SE ENCUENTRA EN EL MUSEO MILITAR DE SEVILLA- POR CORONEL GAVIRA.

La obra pictórica de Diego de Giráldez, siendo figurativa, no deja de ser un estilo costumbristas en el que el autor da pinceladas surrealistas.
Es por lo tanto, difícil encuadrarlo en un estilo concreto, aunque no imposible.
Lo que si es cierto, es que, todo el que contempla su obra queda "enganchado" e impresionado por su realismo y veracidad.
Echemos mano de la psicología para poder profundizar en el alma del artista.
Se detecta ser muy metódico y detallista, no deja ninguna pincelada en el aire, procura que todos los elementos que componen sus obras tengan un nexo de unión, se observa en la perfecta colocación de sus figuras. Todo ello, en lo concerniente a los bodegones y composiciones mixtas.
En lo referente a lo figurativo, sus caras de personajes, son de una profundidad y expresión extrema, por lo que hace que quien los contempla queda atrapado en las expresivas miradas, dando lugar a que el contemplador piense que se encuentra delante de una obra muy completa, tanto en temática como en técnica.
El Museo Regional Militar de Sevilla, se congratula de tener un estupendo cuadro de Diego de Giráldez, titulado"Quedó inmóvil". Representa la bota de un soldado ajada por el uso que de ella ha hecho el mismo.
Podemos dar fe, por nuestra experiencia, que en el caso de este cuadro, todo el que lo contempla queda "enganchado! tratando de averiguar, a la vez que profundiza, los motivos que llevaron al artista para su creación.
Lo cierto, es que, en toda su obra creadora, trata de que haya una conexión entre la naturaleza y la humanidad, cosa que consigue en demasía.
Resumiendo, cosa harto difícil: es un artista completo, tanto en colorido, como en estructura de trazos y composición
Solo nos queda felicitar a Diego, y animarle a que siga en su línea para bien de Galicia y España.
CORONEL GAVIRA.
Director del Museo Militar Regional de Sevilla.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Obras de Diego de Giráldez

Galega, 1981

Simbolización de la túnica, 1995


sábado, 20 de septiembre de 2008

DIEGO DE GIRÁLDEZ - ENTRE LO ANIMADO Y LO INANIMADO POR FERNANDO ELORRIETA.

La obra de Diego de Giráldez produce una impresión ambivalente, sensaciones vitales profundas y estados superficiales de apariencia inerte y vacía, como si el pintor quisiera dejar asépticamente sobre el soporte difuminado un halo vacío, hueco, opacidad desligada de la pasión que subyace en su trabajo.
Entre los planteamientos de fondo habría que destacar el enorme amor que se desprende de la saga familiar en la que el recuerdo del padre está asociado a la bondad y fuerza de doña luz, la madre, que ilumina y llena de transparencia la historia de los Giráldez. Esos cuadros árbol genealógicos establecen una vinculante asociación con el matriarcado gallego que lucha por sacar la familia adelante con la su la suavidad y el esfuerzo tremendo que se oculta bajo la epidermis de los personajes. Hay una veta familiar de afectos que transcienden la obra en elementos en suspensión globos líricos que sustentan esa mística de fondo en sensaciones aéreas de vuelo, de ingravidez para sostener la vida del escenario familiar o el amor y los besos de los gallos y aves que adquieren presencias prosopopéyicas, humanizando objetos y divinizando seres en una metamorfosis de estructuras que se invaden y armonizan.
Quién no supiera intuir o no tuviera sensibilidad, vería una serie de objetos aparentemente vacuos, un muestrario de tienda de ultramarinos al uso, una exposición de objetos inanimados, camas, tarteras, baldes y redomas, cestos y maletas, con manzanas, ajos, limones, cerezas, mazorcas, calabazas, cebollas y la digitalina, planta del corazón, sobre la cual su madre vuela y pesca en la lontananza entre el recuerdo y el deseo de un futuro para mejorar la vida.
Giráldez es un hacedor de historias que se extrapolan de una realidad familiar, objetual , zoomórfica o floral ,desde las cosas más pequeñas a conceptos básicos de autarquía de subsisstencia de Galicia, del panteísmo integrador a las orondas suavidade de la anatomía realizada en morfologías de exquisita calidad. La emigración como vinculo del niño gallego y la maleta que oculta esa realidad dura de las ausencias paternas bien en el mar, bien en la muerte del alejamiento espacial en otras tierras.
El análisis de la obra de Giráldez no puede quedarse en la estructura epidérmica o superficial del objeto, hay que profundizar en el sujeto, en el compromiso que oculta tras las rotundidades de la forma y la precisión del diseño. Es una obra engagée en el sentido hondo de los conceptos satrianos, el artista es un testigo de la sociedad y del momento, pero en este caso de una realidad trascendida, que horada las pulsaciones existenciales para transformarse, divinizarse, en delicadezas sutiles de sentimientos religiosos, místicos y afectivos.
El estudio de una obra perfectamente construida en la composición, en el cromatismo, en la morfolofía no debe solapar la profundidad de los temas que el artista trata, habrá que subirse a la
octava esfera para entender la diafanidad del mensaje que Diego de Giráldez nos envía.
Forma y fondo, símbolo y metáfora, humildad y sabiduría, hacen de este joven demiurgo de la plástica actual un caso único y singular en el arte gallego que habrá que observar con la precisión y profundidad que su obra implica.
FERNANDO ELORRIETA.
Escritor y Director del Instituto de Enseñanza. (Galicia)

domingo, 14 de septiembre de 2008

DIEGO DE GIRÁLDEZ. HACEDOR DE PASIONES -POR JESÚS PANDO MARTINEZ.

Mi experencia personal en la contemplación cruda y directa del arte, sea cual fuere su aspecto representativo, es absolutamente visceral, o habría que decir mejor "ultravisceral", pues me reconozco como un espectador sensible, de piel de gallina, de escalofrío, dispuesto a dejarse seducir, que dispone este caparazón físico en el que nos movemos, para ser atravesado por cualquier caudal de sensaciones que se precien, facilitándole así el viaje hacia el interior de la emoción más pura e instintiva, es que en mi caso al menos, compró una parcela muy cerca de la urbanización de las sensaciones, un lugar llamado corazón.
Este estado de gracia, que transporta, embriaga, conmueve y califica a todos y cada uno de los epítetos que describen y acompañan al nombre de aquellos hombres y mujeres que habitan en el suelo imaginativo de la genialidad, quiere rendir pleitesía humilde y sincera a un pintor al que me une no sólo el hecho de pisar tierra y cultura común, sino su particular visión de un universo interpretativo surrealistamente realista, pincelado con la sabiduría de quienes saben retratar sobre la oscuridad de un lienzo, las obras de una luz compuesta a partir de la descomposición de lo cotidiano, con todos sus pelos y señales, adormecida en el recuerdo de una lareira, al calor de un carboncillo, sin otro soporte didáctico, que el de una retina ávida por transformar la apariencia en sugerencia, el color en dolor, la vida en ausencias, latiendo fotograma a fotograma, tejiendo una fina película cuyo soporte químico es la reflexión, todo un intrincado y fibroso laberinto sobre la personalidad de la vida, sobre lo humano y lo divino, la realidad y su prima lejana, la fantasia.
Como periodista, pero sobre todo como cineasta, la obra de Diego de Giráldez me sugiere un guión inquieto, aunque de pulso firme, cargado de verdes metáforas, de naturaleza vida, que discurre por campos húmedos de hierba seca, de solanas hechas de atardecer, de carballeiras,de fruta fresca, de pocas palabras escritas con intensos momentos, con una madre onmipresente, inquieta y paciente, sentada al cobijo de la lumbre, con un niño rabioso por deformar sobre papel de estraza las hebras de un pincel que profundiza en lo auténtico, adornándolo de un simbolismo cuajado y concreto, humano, maestro en el sabio arte de comunicar a través de imágenes aparentemente planas, pero que al observarlas con la mirada perdida entre su atmósfera de sueños, se antojan profundos, profusos, libres de ataduras, esclavos de un estilo auténtico y personal. Soy un cuerpo agredecido, que se deja arrastra hacia la orilla de lo inusual, intentando con todo el caudal del que dispone mi deseo, atravesar el umbral de los puramente artístico y así poder sumergirme en la obra y gracia de un hacedor de pasiones , un talento para disfrutar y aprender; todo un artísta: Diego de Giráldez
JESÚS PANDO MARTÍNEZ.
Periodista, Guionísta y Cineasta. (Galicia)

domingo, 7 de septiembre de 2008

DIEGO DE GIRÁLDEZ- POR ANTONIO ALMODÓVAR AZORÍN.

El museo del aire tiene en su colección una obra del conocido pintor Diego de Giráldez, de tema aeronáutico.
Ahora bien, el aeroplano que respresentaba no correspondía a ninguno real de la histsoria de la aviación, por tanto, no podía colocarse en ninguna de las diferentes salas o hangares temáticos del Museo dedicado a Pioneros de la Aviación, Guerra de Marruecos. "Grandes Vuelos", Guerra Civil, etc. Sin embargo, incluso antes de conocer catálagos y biografías del autor, vimos sus característica surrealistas. El avión era uno y varios al mismo tiempo, tenía características de avión de finales de los años 30 y también aparentes absurdos, pues poseyendo carlinga no aparecía la forma de cierre trasero de la misma, aparentaba ser biplaza pero sólo tenía un piloto. Recordaba también un avión de la Segunda Guerra Mundial o incluso de los primeros años 50. Es decir, podía ser obra de André Bretón y también quizás tenía características de las pinturas de aviones de Salvador Dalí. Sabido es que este gran pintor catalán en los años dificiles de la guerra mundial residió en Estados Unidos en su época de mayor triunfo, alcanzando sus obras gran cotización. Dalí, impresionado por la capacidad de los grandes hidroaviones transoceánicos llamados "Clippers" y por el poder de los grandes bombarderos de norteamericanos y británicos, realizó unas magníficas pinturas de aviones en las que dejó una interpretación y mensaje descifrados de manera distinta por críticos y admiradores. En una exposición organizada por AENA"Aeropuertos Nacionales en el Museo de Reina Sofia" pudimos admirar y observar detenidamente, dirigentes del Instituto de Historia y Cultura Aeronáuticas y del Museo estas mangíficas pinturas. Quizás influenciadas por ello y dado que el cuadro del avión de Diego de Giráldez no puede figurar en las salas temáticas del Museo del Aire, cuando se montó la nueva zona noble de la Sala de Conferencias, Biblioteca, Sala de Juntas , y Despacho del Director se decidió su ubicación en una antesala forrada de madera del mismo color del marco del cuadro, camino recorrido por las visitas más importantes del Museo, cuando firman el libro de honor del mismo. Quizás se hayan visto sorprendidos por este extraño avión que parece volar y también estar parado, suspendido en un halo de misterio y dirigido hacia un fantasmal y desconocido infinito, que emociona y al mismo tiempo sobrecoge.

ANTONIO ALMODÓVAR AZORÍN
Coronel- Museo del Aire de Madrid.

jueves, 4 de septiembre de 2008

DIEGO DE GIRALDEZ - POR JOSÉ MANUEL BARROS.

En mi doble condición de Alcalde de Porriño y Vicepresidente de la Diputación Provincial de Pontevedra, tengo el honor de dedicar esta salutación al gran pintor y mejor amigo Diego de Giráldez.
Sus obras, a las que dedicó sus mejores años han conseguido la pureza, la brillantez, la delicada sensualidad y la sensibilidad del mensaje con lo que logra despertanos de los sentimientos más profundos , y que son motivos sobrados para colmar la realización personal y profesional del artista, así como para satisfacer las apetencias de quién quiera ser feliz poseedor de una buena pintura.
Diego de Giráldez, vive y triunfa del arte " NAS ", tratando de conjugar el naturalismo, la abstracción y el surrealismo no es tarea fácil, sin embargo Diego lo logra con una perfección que deja atónitos a los profesionales y críticos de arte.
La obra de Diego de Giráldez puede gustar o no, sin embargo despierta en el espectador una sensación de atracción hacia sus cuadros. Contemplando cuidadosamente la calidad atractiva, se aprecian sensaciones que van más allá de estar admirando una obra pictórica.
En este pequeño libro, se trata de sintetizar la obra de Diego de Giráldez, la cual ha rebasado ya ampliamente nuestras fronteras, como lo demuestra las más de 300 exposiciones individuales que han recorrido todo el mundo.
Auguro desde mi modesta condición de admirador de las Bellas Artes y más concretamente de la Pintura, un futuro esperanzador que consolide y encumbre definitivamente a Diego de Giráldez.
JOSÉ MANUEL BARROS
Vicepresidente de la Excma. Diputación de Pontevedra y Alcalde de Porriño.