domingo, 14 de septiembre de 2008

DIEGO DE GIRÁLDEZ. HACEDOR DE PASIONES -POR JESÚS PANDO MARTINEZ.

Mi experencia personal en la contemplación cruda y directa del arte, sea cual fuere su aspecto representativo, es absolutamente visceral, o habría que decir mejor "ultravisceral", pues me reconozco como un espectador sensible, de piel de gallina, de escalofrío, dispuesto a dejarse seducir, que dispone este caparazón físico en el que nos movemos, para ser atravesado por cualquier caudal de sensaciones que se precien, facilitándole así el viaje hacia el interior de la emoción más pura e instintiva, es que en mi caso al menos, compró una parcela muy cerca de la urbanización de las sensaciones, un lugar llamado corazón.
Este estado de gracia, que transporta, embriaga, conmueve y califica a todos y cada uno de los epítetos que describen y acompañan al nombre de aquellos hombres y mujeres que habitan en el suelo imaginativo de la genialidad, quiere rendir pleitesía humilde y sincera a un pintor al que me une no sólo el hecho de pisar tierra y cultura común, sino su particular visión de un universo interpretativo surrealistamente realista, pincelado con la sabiduría de quienes saben retratar sobre la oscuridad de un lienzo, las obras de una luz compuesta a partir de la descomposición de lo cotidiano, con todos sus pelos y señales, adormecida en el recuerdo de una lareira, al calor de un carboncillo, sin otro soporte didáctico, que el de una retina ávida por transformar la apariencia en sugerencia, el color en dolor, la vida en ausencias, latiendo fotograma a fotograma, tejiendo una fina película cuyo soporte químico es la reflexión, todo un intrincado y fibroso laberinto sobre la personalidad de la vida, sobre lo humano y lo divino, la realidad y su prima lejana, la fantasia.
Como periodista, pero sobre todo como cineasta, la obra de Diego de Giráldez me sugiere un guión inquieto, aunque de pulso firme, cargado de verdes metáforas, de naturaleza vida, que discurre por campos húmedos de hierba seca, de solanas hechas de atardecer, de carballeiras,de fruta fresca, de pocas palabras escritas con intensos momentos, con una madre onmipresente, inquieta y paciente, sentada al cobijo de la lumbre, con un niño rabioso por deformar sobre papel de estraza las hebras de un pincel que profundiza en lo auténtico, adornándolo de un simbolismo cuajado y concreto, humano, maestro en el sabio arte de comunicar a través de imágenes aparentemente planas, pero que al observarlas con la mirada perdida entre su atmósfera de sueños, se antojan profundos, profusos, libres de ataduras, esclavos de un estilo auténtico y personal. Soy un cuerpo agredecido, que se deja arrastra hacia la orilla de lo inusual, intentando con todo el caudal del que dispone mi deseo, atravesar el umbral de los puramente artístico y así poder sumergirme en la obra y gracia de un hacedor de pasiones , un talento para disfrutar y aprender; todo un artísta: Diego de Giráldez
JESÚS PANDO MARTÍNEZ.
Periodista, Guionísta y Cineasta. (Galicia)