domingo, 9 de marzo de 2008

Diego de Giráldez, deja que el tiempo duerma, porque el arte no duerme jamás.Por Ramón Faraldo.

Reflexión a la vida, 1987

Bodegón del Cristo,1981 ( Propiedad particular)

Tus bodegones. Mimbres, espigas, hortalizas. Aquel inolvidable serafín del corral, que vi en tu exposición de antaño, pero que no he olvidado. No lo que ve cualquiera sino lo que ves tú solo. Aquella mesa hipnótica. Tu horticultura, y ese plano nocturno que los envuelve, no es una tiniebla, es una aurora de tu invención exclusivamente tuya, en la que seguirán perfumando, eternamente verdes.

¿Y los retratos? ¿De que? No son tales retratos, son historias, figuras fisionizadas, crónicas con pómulos y con ojos de viejos Druidas, que en tus obras parecen saber más de nosotros que nosotros de ellos.

No hablan, luego no pueden insultar. No se mueven, luego no pueden lastimar. Ahí están enseñándonos lo que es saber callar.

El misterio crece, y se agiganta. Inútil preguntar. No hablas de nadie que pudo enseñarte algo, pues todo lo que te enseñaron solo te sirvió para olvidarlo.

¿Y aquel Cristo hombre? ¿Quién es? ¿Aquel que murió junto a Éufrates, o una víctima de Dachan o de Argeles como Antonio Machado, de los gases nazis o de las checas siberianas? ¿El símbolo de todo? El yo acuso o quizás el yo perdono de tantos hermanos que una vez bajo la estrella astral sufren de la partida, ¿Y por qué no ha de ser así? Y tantas, tantas preguntas, cuya respuesta es siempre clara y esperanzadora.

Ramón Faraldo

Escritor, crítico de arte y miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte de Madrid

Reproducción del ser vivo, 1991

Simbolización de la ciudad de Vigo, 1989 (Propiedad del Museo de Vigo)