sábado, 17 de mayo de 2008

DIEGO DE GIRÁLDEZ, BELLEZA MÍSTICA- POR JOSÉ FERNANDO SÁNCHEZ RUYZ

Diego de Giráldez, visita por primera vez la población manchega de Alcázar de San Juan como artista maduro en la primavera de 1995. Mostrándonos una excelente exposición de sus pinturas que aún hoy cuatros años después es recordada con interés por los aficcionados a las artes plásticas y los artistas de la zona. Fruto de su entrega personal al mundo del arte y la cultura, se cuenta entre los fondos del Museo municipal del Alcázar de San Juan una de sus obras.
Ahora, unos años después y tras haber seguido su trayectoria de artista activo, plasmaré, para conocimiento general, algunas ideas y reflexiones que me sugiere la contemplación de su pintura.
Este artista es uno de los pocos artístas coetáneos, activistas de su propia obra, que en una considerable trayectoria, todo el último cuarto del siglo XX, mantiene la ilusión y la importancia del primer momento, lo que nos presenta un artísta confiado en su propia obra, satisfecho de ella misma y capaz de transmitir con ella el mundo personalísimo entre rural y existencialista que plasma en sus cuadros.
Naturalismo, abstracción y surrealismo, dicen que son la base de la pintura de Diego de Giráldez, superponiendo en sus cuadros conceptos y formas de estas tendecias. El mismo presenta su pintura como realismo NAS. La pintura de Diego de Giráldez resulta de esta manera popular y a la vez existencialista, donde cada espectador de sus cuadros puede sumergirse en diferentes planos del discurso del pintor.
La relación del hombre con su entorno se convierte en un estandarte de la obra de Diego de Giráldez, no en el sentido al que estamos cotidanamente habituados sino en una relación profunda donde aparece con importancia paralela la intervención de la humanidad en su entorno natural, en un concepto abstracto, de interrelación hombre-medio, donde el humano se mide ante el mundo reconociendo su incapacidad de mejorarlo, sobre este eje central la obra de Diego de Giráldez desarrolla su simbología y una estética personal que consiguen identificar a sus pinturas y darles marca de autor
La medición del mundo de lo elemental, de lo básico, de los principios en su obra es una lucha permanente entre utilizar la humanidad como referente a través de las ideas y las situaciones, frente a la naturaleza mágica de la cotidianidad como otro referente, la otra vara para medir los pasos de la humanidad.
Sus fondos puros, presentan figuras que se llenan de importancia en la idea que les da el cuerpo, junto a animales, enseres, objetos, elementos vegetales que generan un ambiente mágico lleno de belleza mística, muy personales de su autor.
Sus gallos, palomas, conejos, corderos, peces, pájaros y elementos vegetales componen un universo propio donde la humaniad queda equilibrada como otro elemento más de la naturaleza, en la profundidad de las filosofías naturalistas y armónicas de civilizaciones arcaicas, es como si nos quisiera recordar que cualquier actuación en nuestro territorio por pequeña que sea repercute en todo nuestro entorno.
Magia, respeto, emoción, ecología y armonía están presentes en la obra de Diego de Giráldez, el pintor que desde hace veintincinco años nos enseña que la belleza de las cosas también puede representarse sobre fondos tenebristas. Porque la belleza de la pintura reside en un ápice de reflejo del propio conocimiento de la vida, que el espectador se encuentra en todas las pinturas de Diego de Giráldez.
José Fernando Sánchez Ruyz
Escritor, Poeta y Director del Museo del Alcázar (Ciudad Real)