viernes, 30 de mayo de 2008

DIEGO DE GIRÁLDEZ., UN PINTOR FILÓSOFO REALISTA - POR LALO VÁZQUEZ GIL

Hace algunos años- estaba yo en Valladolid-, algunos amigos me dijeron que exponía un gallego excepcional, una colección pictórica realista, surrealista o "casi", que no dejase de verla y que les diese mi opinión. Un profesor vallisoletano que había dado clases en un Instituto de Vigo, me dijo que era "onírico". Con lo que se acercaba, evidentemente, al surrealismo y que ¡ era vigués! "¿ lo conoces?" "Debo conocerlo". Y enseguida añadí: "Si es, si pinta como dices, seguro que es Diego de Giráldez".
Y lo era. Allá me fui y aunque no estaba en la sala gozamos y comentamos su pintura filosofando y lucubrando en torno a su obra.
La muestra era verdaderamente excepcional y se celebraba en la acreditadísima sala del Centro Gallego, sociedad cultural, artística y difusora de todo lo gallego, con amplias miras, de gran prestigio en los medios entendidos y cultos de la ciudad de Felipe II. No me extrañó que la exposición alcanzase tanto éxito en una ciudad conocedora del buen arte. Jamás me defraudó Giráldez en ninguna de sus salidas. Y aquí menos- en Valladolid, porque todo el mundillo artístico se hizo lengua de su buen hacer y así presumieron sus amigos y sobre todo los gallegos vallisoletanos.
Todos los visitantes entendieron el arte de Diego de Giráldez, que transciende más allá de lo gallego para hacerse universal en ese mundo de símbolos que introduce en su obra con pinceles de paciente pintor, de medidor, sin prisas, del tiempo, del último detalle visual hasta alcanzar esa perfecta realidad no exenta sin embargo, de su huella personal intencionada.
Porque el pensamiento, su sentir, sus deseos, sus ideas, sus mensajes, sus secretos, Diego de Giráldez no los expresa solo con sus representaciones, con la composición extraña, filosófica, a veces tétrica o advertidora de que hay un mundo esotérico y exotérico.
Diego de Giráldez lo manifiesta también con la exactitud de visión y de plasmación material, a propósito, situándose fuera de la órbita de la moda algunas ya demodés, en un punto que ha querido escoger a conciencia sin encansillamientos absoluto y en el que se mueve por convicción.
Así, sus figuras, esos cristo extrañamente crucificados, esos paños, esas aves, esos objetos vulgares- enriquecidos- van más alla de la materialidad ya simbólica tópicamente si misma y se transforman en algo más sublime porque Giráldez las conjuga y las envuelve, invirtiendo y trastocando sus significación iconográfica.
Y ahí está la dificultad para entender la pintura de Diego en su simplicidad.
Hay en sus cuadros algo que nos inquieta, que no llegamos a entender absolutamente..."
LALO VÁZQUEZ GIL
Periodista, Escritor y Cronista Oficial del Ayuntamiento de Vigo.