domingo, 16 de noviembre de 2008

EL PINTOR DIEGO DE GIRALDEZ- POR LORENZO GARCÍA-DIEGO

Pintor que, además de conocer como pocos el oficio, siente la preocupación del "bien hacer", con sujeción a normas basadas en lo tradicional de la pintura española, de noble ritmo y prestigio elevado, es que concede la debida importancia la línea y la psiquis del modelo, sabiendo convencer de la dignidad de su arte. Toda su obra es una exaltación de paganía y de refinado intelectualismo. Como éste joven maestro del arte español actual nos envuelve de mangnificencia y nos liberta de la vulgaridad cotidiana. No hay nada incosciente en su obra. No brota porque sí y falto de antecedentes en la obra de este gran pintor. Tiene trazada de antemano la trayectoria de su arte, seguro como está de que no habrán de falsearle ulteriores rectificaciones. Es un precoz en la historia de la pintura gallega. Y no un precoz irreflexivo, inseguro, que luego había de sufrir amargos desengaños y soportar impuestas rectificaciones. Sus bodegones son de un simplicismo encantador, tiene la intensidad y la jugosidad de la transcripción fiel y la gracia de un tecnicismo depurado. Son obras no de ayer ni de hoy, sino de siempre, por el nobilísimo afán que impulsó al artista a realizarlas. Diego de Giráldez ha querido demostrar, y lo ha conseguido, que llevando a las superficies cuidadosamente preparadas, elementos sencillos y humildes de carácter aldeano, sin la menor afectación y con toda limpieza, logra el artista a más de interesar, comocionar por el caudal de fervor puesto en lo realizado. Por lo demás, esta obra significa un alarde técnico, por que ningún fragmento de sus cuadros se advierte el menor cansancio del artista dejando los temas sin resolver dignamente. Diego trabaja siempre pacientemente, amorosa y concienzudamente, mereciendo su obra el aprecio en que se la tiene. Adelante, amigo Giráldez, y enhorabuena.

LORENZO GARCÍA-DIEGO.
Crítico de Arte (Barcelona).