viernes, 27 de marzo de 2009

DIEGO DE GIRÁLDEZ Y SUS RETABLOS.-POR RAMON FARALDO

Hay pintores de cuadros que pintan ideas, véase Dalí. otros, aforismos, quizás Bosco. Otros sentencias de muerte, como Goya, que en paz descanse, aunque lo dudo. Para Picasso, pintar era caer en el vacio, pero cuando uno es Picasso, puede hundirse en el vacio y arrancarle guitarras, manzanas, Guernicas, Minotauros, y hasta palomas de la paz y de la guerra.
Diego de Giráldez, su entorno esa villa artillada de caballos y versos de Guillade, Enriquez y Ferreiro, es un poco todo aquello, idea, aforismo y sentencias sumarísimas pero algo más o algo menos, Giráldez sabe que, a la sazón, no basta con pintar más, ni mejor, ni peor. El tiempo en que vivimos- o morimos -reclama asombro, estupor, sorpresa, maravillamiento, intriga, lo que en cine llaman"suspense", lo que Rimbaud auguró "millón de aves de oro. ¡Oh futuro vigor!", y las gentes menos versadas denominan escalofrío, sortilegio o brujería, o "epater les bourgeois", o dejarnos boquiabiertos, persuadidos de que en el cuadro ocurre algo insólito, veraz, racional, enloquecedor, actual, ancestral; pero que, como, desde, donde, qué orilla anacreóntica donde antaño vivimos o donde algún día señalado viviremos.
Hasta hoy, mi pretendido amigo, el "Cristo-Hombre" parece ser compendio y "suma y sigue" de su trabajo. Usted mismo nos lo explica a su manera, ¡adelante: "graznando rompí el cristal, y te vi, y te pinté-maderas, cristal, ligaduras, tierras quemadas, piel quemada por los golpes de sol y de trabajo, donde la piedra de la calle rompe y la noche entreabierta, conjunto de colores acechantes que se apodera de mi y me posee con su cara de luces... Más que una explicación de su cuadro, es su cuadro mismo el que se explica como quiere, o, mejor, como puede. La pintura no habla, pero se hace escuchar.
Este Hombre-Cristo es más hombre que Dios, más usted o yo, o aquel, o ese que anda por la calle, o ese que regresa a su casa hastiado y supliciado por un quehacer que detesta, una compañera que le incomprende, una ciudad que se encoge de hombros, y otros etcéteras igualmente sombríos. Es la iconografia del bípedo-racional-más o menos racional, quizás menos-del siglo este, de los innumerables Babbits contemporáneos, rodeados de tiniebla como en su retablo, con el signo secreto de una cruz que es más bien una espada, unas ataduras menos perceptibles, pero menos vulnerables que las de su obra, desnudo, supliciado, aherrojado, cireanico, democratizado por cuanto le victimia, y sin otra esperanza que verse perpetuado en un cuadro como el suyo que no equivale ni promete paraisos, ni le emplaza al Este del Eden, pero le asegura un Testimonio perdurable de que las Catacumbas, de la Inquisición y de las ejecuaciones en piras ardientes, guillotina o garrote. Después de Hiro-Shima, Dachau, las checas y los carros de gas, postulados más crueles de "lo que fué" resultan apiadables ante lo que acaba de ser y puede volver a ser. Hasta el apocalipsis se nos antoja una solución retalitavamente burguesa, pero una solución al fin y al cabo (...)
En contraste con la substancia y acento de la obra pintada, su vida es un ejemplo de existencialismo casi frenético. La negativa explícita de cualquier resignación frente a la fatalidad y al trámite protocolario del fin.
Ya sabemos que somos mortales. Obvia sublevarse contra esta condición. Consumir nuestro tanscurso terrestre compadeciéndola y compadeciéndonos. Su juventud, sus desplazamientos incesantes, sus incontables exposiciones, son el indicativo activísimo de un ser que quiere seguir siendo. Usted, Diego de Giráldez, con un acta bautismal tan comprometida para un pintor como llamarse Diego, después del otro Diego, aquel rey Lear de la pintura de hoy, de ayer, de siempre, ha leido y comprendido al inolvidable Machado-muerto en Argeles a unos metros de mi modesta persona-" Caminante no hay camino- Se hace camino al andar"- Usted anda, usted puede, y debe, llegar. No sé a donde, pero seguramente a alguna parte. Seguramente a su propio y victorioso destino.

RAMÓN FARALDO.
Madrid.