domingo, 8 de marzo de 2009

LA PERMANENTE OBSESIÓN DE DIEGO DE GIRÁLDEZ.

Es un obseso este Diego de Giráldez, con la suerte de que es la pintura y no otra cosa el objeto de sus excesos. Lleva toda su vida en el mismo domicilio espiritual, ese triángulo mágico que delimitan mente, mano y obra, no parece querer más itinerarios de experiencia que los de su imaginación y su técnica aplicadas a la obra. Por eso miente quien diga que no es un obseso, anque de su vicio por el arte se extraigan también placeres colectivos. Y el último de ellos puedieron sentirlo quizás, los que visitaron la exposición del centro cultural de Vigo.
Pinta tras encerrarse con sus ideas antes de cada obra, en un delirio de clarividencia del que se sabe que ha recibido la luz cuando pone sobre la obra el primer pigmento. " No creo en los trazos expontaneos, en la improvisación en la pintura de inspiración acelerada, aunque sean de utilidad en algunos casos. Yo pienso para delimitar la intención del tema de cada obra, el orden de los elementos que lo van a integrar y su significado. tiene que haber un porqué en el color, en la configuración, en los objetos elegidos. Cada una de mis obras es el resultado de una elaboración mental, de una tensión con la realidad a la que doy forma con el pulso cuando tengo lo que quiero".

FERNANDO FRANCO.
Vigo.